jueves, 21 de marzo de 2013

Ponerle un inicio al final de la historia.



Se conocieron, se entendieron, se entregaron, se subieron al huracán más tormentoso que se inventaron, nadie les dictó el camino, muchos fueron los comentarios, los consejos, las palabras, sin embargo, ellos sólo siguieron el dictado del corazón que en esos momentos compartían.
Llegaron a ser un solo Ser, un Ser que vivía al límite cada experiencia; cada nuevo amanecer era un renacer en ellos, era un despertarse juntos, fuertes, unidos contra la tempestad que ellos mismo generaban, llegó el punto en que perdidos en aquella tormenta, cada uno buscó su propia balsa, cada uno salió a flote ya en distinto barco, el remo de cada uno iba a distinto puerto y esto fue también hecho con el corazón ardiendo, con la certeza de querer salvarse, alejarse, recuperarse individualmente, la tormenta ya estaba ocasionando estragos.
Ahora saben que al final de cuentas, sólo les quedará lo vivido, lo dicho, lo hecho, las necesarias y en otras ocasiones, dolorosas omisiones. Saben que ya no es necesario rendirse cuentas, lo saben, ya no hay puntos suspensivos que sostengan la historia.

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