Pasiones, rencores, viejos traumas, tres sentimientos que me ponen en movimiento, me sacuden me pueden elevar y también me pueden llevar al plano más bajo.
De mis pasiones obtengo la fuerza para enfrentar la vida, la alegría que alimenta mi risa, la entereza para soportar situaciones por resolver y el arrojo para sobreponerme a cualquier adversidad.
De mis rencores desecho la carga negativa y conservo el aprendizaje que me da el reconocer el origen de ese rencor y transformarlo en paz y en luz para quien lo haya originado o para mí mismo.
De mis viejos temores me rio y cada vez que los recuerdo traigo a mi mente como los transforme en fortalezas y como protegí y disfrace mi realidad para que la gente no se enterara que tan imperfecto como cada uno de ellos puedo ser, que tan vulnerable como el que más podría ser, y todo para que hoy pueda reírme y gritar que son un ser emocional, tan fuerte y débil como solo yo me permito serlo, pero tan dueño de mi que puedo reír a carcajadas, romper en llanto, gritar, abrazar y decir Te Quiero, cuando lo sienta y no limitarme en siempre hablar con el corazón.
Mi gran victoria ante el mundo ha sido disfrutar por todos los poros de la piel, de tus labios, de tus abrazos, de tus voces, porque no hay triunfo más grande que poder abrazar con el alma a quien realmente quieres y transmitir con un abrazo tus sentimientos, tu esencia, tu amor, tu paz y hacer que la otra persona lo reciba y se sienta protegida aun que sea por tan solo un instante. No hay mayor victoria que el poder transmitir en un abrazo tu sentir, poder respirar por cada poro de la piel y convertir tu cuerpo entero en un transmisor de emociones. No hay mayor victoria que poderte ver a los ojos y abrazarte con mi mirar, eso no hay dinero alguno que lo pueda comprar, oficina que lo venda, o cheque que lo plasme, solo cada persona y la sinceridad de sus sentimientos lo puede entregar.